Hacia
fines de 1826, podemos leer en uno de sus escritos."La idea la tuve,
primero, en la presencia de Dios".
No nos cabe la menor duda de que Dios va guiando, paso a paso, al Padre
Luis hacia la meta. Era frecuente en él oirle decir: "Habla,
Señor, que tu siervo escucha". Y, en efecto, el Señor
había hablado.
Sin embargo, el Padre Luis esperó, humilde y rudentemente, antes
de llevar a cabo esta inspiración. Nos dice él mismo: "La
examiné, delante de Dios, durante varios años". En
la oración y la meditación va tomando cuerpo la idea primitiva
de fundar una Congregación Religiosa.
El Padre Luis sabe que el camino de los Fundadores no ha sido siempre
fácil; al contrario, muchas veces han debido vencer múltiples
dificultades e incomprensiones.
Lo primero que debía hacer era conseguir la aprobación de
sus superiores jerárquicos. Después necesitaría la
aprobación civil que regía el sistema escolar en Francia.
Tal vez algún dia se atrevería a golpear las puertas del
Vaticano para conseguir la aprobación final de su obra.
Todo
esto le iba a suponer al Padre Luis un camino pavimentado de Luchas, incomprensiones,
zozobras e incesantes dificultades. Tampoco le faltaron fraternales apoyos.
Su fe viva le empujó a sobrepasar todos los escollos, y una vez
iniciada la partida ya no habría paradas.
Naturalmente,
la idea primitiva se irá modificando con el paso del tiempo, pero
sin perder jamás su esencia original.
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